Las aventuras de la tia Jimenita

Se encontraba totalmente cansada, era uno de esos días en los que en lo único que puedes pensar es en llegar a tu cama y dormir por 100 años, estaba cansada de su vida, cansada de tener que ir al colegio todos los días y ver a la misma gente, esa gente que ella odiaba, sus compañeras de clases, tan ridículas tan niñas tan inocentes tan estúpidas, sus profesoras y las monjas con sus órdenes sin sentido, sus ridículas reglas que solo convierten a sus compañeras en personas aun mas estúpidas. Cansada de llegar a su casa y tener que almorzar una de las pocas recetas que la nueva empleada sabe cocinar, y que todavía las cocina mal, cansada de las tardes en su casa en las que lo único que puede hacer es ver tele o leer cosas que le dan sueño y termina durmiendo toda la tarde, porque aun es muy jóven para salir de lunes a viernes, cansada de todo y de todos, absolutamente cansada, esperando que llegue la noche para poder meterse a su cama y dormir y soñar, es lo único que jamas le cansa, dormir es su pasión soñar es lo mejor de su vida.

Ella, toda una adolescente que se sumergió en el mundo de la depresión y se convirtió en una espectadora crítica de todo lo que pasa a su alrededor, ella que ahora se dirige a su cuarto por fin de noche por fin a soñar.

Pero es curioso como lo que más le gusta hacer es lo que más le cuesta conseguir, puede estar por horas echada en su cama viendo el techo, viendo de lado, viendo el colchón, no importa la posición que adopte nunca se puede quedar dormida en menos de 3 horas, por su cabeza pasan miles de pensamientos e ideas de todo tipo, sigue pasando el tiempo y ya no escucha ningún ruido en la calle a veces se queda despierta hasta que empiezan a cantar los pajaritos de las 4 de la madrugada, es por eso que luego se siente tan cansada pero sin embargo por mas cansada que esté nunca consigue dormir, es por esto también que sus sueños son tan increíbles, tan interesantes, tan reales y al mismo tiempo tan lúcidos.

El primer sueño que recuerda fue cuando sus papás estaban de viaje y su abuela dormía con ella en la cama de dos plazas, tenía 4 años y aun hoy siendo una joven adulta, recuerda como una legión de hormigas se organizaba para comérsela, ellas vivían en una cueva debajo de la cama y juntaban fuerzas para llevarse a la niña. Su abuela la despertó porque la niña al sentir que el colchón se hundía se agarró fuerte de su brazo y le hizo daño.

Al pasar los años se dio cuenta que la mayoría de personas no solía recordar lo que había soñado, y sin embargo ella recordaba todo con absoluta claridad, y lo que le ocurría constantemente era que de la nada le venían a la mente imágenes de sueños que podría haber tenido el día anterior o hace 5 años, esto sólo intensificó mas su placer por soñar.

Hasta que una tarde llegó del colegio y se tiró a la cama, se quedó mirando el techo y luego de un rato cerró los ojos, pero no había pasado un minuto y sintió que su hermano entraba al cuarto y los volvió a abrir, no lo lograba ver bien, las persianas estaban cerradas y no había luz, sólo veía una silueta negra parada al costado de su cama, cuando notó que no era su hermano sintió una presión en el pecho y cerró los ojos, su cuerpo empezó a temblar y luego a convulsionar, sentía como esa silueta negra luchaba por entrar en su cuerpo, luego percibió que aunque ella pensaba que estaba con los ojos cerrados podía ver la puerta de su cuarto, volteó la cabeza y vio la lámpara, siguió volteando y se vio a ella misma luchando, hasta que finalmente logró salir de ese estado, no pudo dormir mas esa noche, y nunca mas con la luz pagada.

Esta no fue la única vez, episodios como este le sucedían todas las semanas, le iba perdiendo el miedo y había aprendido a salir mas rápido del trance. Luego se veía a ella y ya no temblaba, podía caminar y alejarse de su cuerpo que seguía tendido en la cama pero algo la jalaba y la regresaba, una vez llegó a bajar las escaleras y caminar por el pasadizo pero algo la regresó a su cuerpo y una vez ahí empezó a temblar.

Unos cuatro años después se acabó la tembladera y el verse a si misma, ahora la cosa era diferente, empezó a tener pesadillas todos los días, pesadillas que ella adoraba porque a través de los años había aprendido a volar dentro de los sueños, empezó dando saltos largos, se entrenaba cada noche en el arte de volar hasta que era la mas capa en vuelo onírico que pueda existir, podía salir del universo y en segundos dirigirse a cualquier punto de la tierra, podía volar por el jardín de su casa o por los pasadizos de la universidad sin ningún esfuerzo, solo le era difícil el primer paso pero una vez levantado el brazo, ajustadas las rodillas y dado el impulso inicial ya nada la podía parar, es por esto que cuando sus pesadillas llegaban al punto en que ya no daba mas del miedo, se escapaba volando, tenía plena conciencia de que todo era un sueño y se descubría pensado (el pensamiento no era de la persona que ella representaba en el sueño sino de ella misma mientras soñaba). Pero algunas veces las cosas no resultaban bien y empezaba la tembladera, entonces se concentraba para despertarse, intentaba mover el pie, mover los brazos, gritar y lo que sea para salir del sueño, una vez que lo lograba veía su cuarto y miraba a los costados, movía el pie y de repente otra vez la tembladera, seguía dentro del sueño, y así podría despertarse unas 6 veces y estar aparentemente en su cuarto hasta que algún detalle le hacía notar que seguía dormida y empezaba la tembladera por luchar por despertar, algunas veces aparecían siluetas que la veían, otra veces la tocaban, pero de cualquier manera el miedo de quedarse flotando en el aire y no regresar a su cuerpo siempre la asustó y al mismo tiempo era su razón de vivir.